Rosario Flores.Palau de la Música. 25 de febrero de 2011
En las sociedades antiguas y primitivas parece que existe una perentoriedad en cuanto al ocio disponible, y al igual que uno venía abocado a un trabajo o forma de vida; el ocio, religioso o no era de participación poco evitable, so pena de caer en la disidencia, marginalidad o exclusión social.´
Nuestras sociedades en cambio permiten mantenerse ajenos a fenomenos multitudinarios, y ya ni la autoexclusión de la practica religiosa es signo de hostilidad o disidencia a la sociedad. Soy muy poco dado a eventos de ningún tipo: deportivos,musicales, culturales , se puede decir que no participo en nada salvo en la hungarofilia, y sacarme de noche es como sacarme una muela.Pero la noche del viernes 25 asistí y fui "llevado" al Palau de la Música catalana a ver a Rosario. Entonces uno se da cuenta de esa especialización del ocio, y de como cada cual se apasiona con cosas que a los demás les deja absolutamente igual.Naturalmente acabé contagiándome del fervor con que el abarrotado público dispensó a la cantante cuyo ritmo desenfrenado en el baile era especialmente revitalizante. Uno de los detalles en los que reparé es en lo variopinto del público asistente, ya que en mi cerrada y tópica ignorancia me imaginaba que el perfil al menos visual de los asistentes, sería otro tratándose de una actuación programada en un Festival Flamenco ¿Cuantas cosas que ignoramos acabarían apasionándonos?
Nuestras sociedades en cambio permiten mantenerse ajenos a fenomenos multitudinarios, y ya ni la autoexclusión de la practica religiosa es signo de hostilidad o disidencia a la sociedad. Soy muy poco dado a eventos de ningún tipo: deportivos,musicales, culturales , se puede decir que no participo en nada salvo en la hungarofilia, y sacarme de noche es como sacarme una muela.Pero la noche del viernes 25 asistí y fui "llevado" al Palau de la Música catalana a ver a Rosario. Entonces uno se da cuenta de esa especialización del ocio, y de como cada cual se apasiona con cosas que a los demás les deja absolutamente igual.Naturalmente acabé contagiándome del fervor con que el abarrotado público dispensó a la cantante cuyo ritmo desenfrenado en el baile era especialmente revitalizante. Uno de los detalles en los que reparé es en lo variopinto del público asistente, ya que en mi cerrada y tópica ignorancia me imaginaba que el perfil al menos visual de los asistentes, sería otro tratándose de una actuación programada en un Festival Flamenco ¿Cuantas cosas que ignoramos acabarían apasionándonos?
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