martes, 1 de febrero de 2011

Yo nunca tuve perro

Libros, librerías, plantas, jardines, canoas, estaciones y atardeceres, ¿y animales?





Pues sí, faltaban animales. Yo nunca he tenido perro, lo cual no quiere decir que no me agraden, al menos jugar un rato y notar su afecto. Estaba yo leyendo en la terraza de arriba la tarde del pasado sábado, cuando advertí que por el jardín correteaba el perro del vecino, y bajé de inmediato, el vecino no estaba, y asustado debió pasarse por alguna fisura del linde y no sabía volver por tan ignoto y angosto pasadizo. Al verme no parecía muy tranquilo , pero poco a poco fue cogiendo confianza y terminó su estancia en casa jugando conmigo a coger una pequeña pelota y huir de mi y seguidamente volver a acercarse.


el juego debió darle sed pues bebió abundantemente de la manguera, aunque tanto lo hice para darle agua como para lavarle un poco de la asquerosa presa que cogió: un ratón muerto y por tanto envenedado.
Los dueños vinieron y yo les entregué a su perra.
Debió cogerle gusto la perra al juego violento pues al día siguiente volvió a penetrar en mi jardín , primero estuvo amedrentada hasta que yo le acaricié la cabeza ,entonces dejando su posición de reptil comenzaron los juegos y las carreras. No comprobé si los vecinos estaban o no, y antes de devolver a la perra jugué con ella hasta cansarme.
Se llama Boira y es un labrador

Addendum de 7 de febrero.-
Finalmente he satisfecho un deseo que tenía hace tiempo, ser acompañado en mi correr por la playa por un perro. Lo pedí a la vecina y me lo llevé con correa, no solo para evitar posibles fugas sino para mantener el mismo ritmo de carrera. Y en toda la marcha la perra ha mantenido perfectamente el ritmo, sin llegar a tener yo que estirar de la correa, ni liarse con esta y solo una vez se ha cruzado tropezando con ella. Ha sido muy gratificante, aunque yo he tenido que ir más rápido de lo habitual. Pero al poco de salir la sincronización de la marcha era ya perfecta.
Lo que no hubo forma de convercerla era en que se metiese en el agua, es más al animal no le gustó que yo lo hiciese y ladraba atada mientras yo me remojaba.
Sucedía un templado mediodía del sábado 5 de febrero.

2 comentarios:

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